12 mayo 2009

Verdades como puños



3 documentales altamente recomendados (por mí). 3 verdades como puños. Y digo puños porque van destinados a pegar donde más nos duele, en la conciencia. A ver si con documentos de este calibre somos capaces de despertar de nuestro letargo mediático y político. El mundo es demasiado grande como para convecer uno a uno a sus habitantes, pero nada es imposible. Tenemos el deber de cambiar el sistema y no permitir que todas estas mentiras sigan dañando nuestra capacidad crítica y de rebelión. Tenemos el deber y el derecho de desaborregarnos y quitarle el borrego de encima a todos cuantos se crucen en nuestro camino.
Acabemos de una vez con este matrix que han creado para nosotros. Elijamos la píldora de la vida real, el respeto a la madre tierra y la paz natural entre pueblos.

1. La historia más grande jamás contada
Explicación de la base e invención de todas las religiones. Espero que ayude a abrir los ojos a esos creyentes con algo de raciocinio para que dejen por fin de perder el tiempo y encuentren sentido a su vida por sí mismos.
Si ya sabía yo que los astros lo rigen todo....

2. Todo el mundo es un escenario
Sobre la vergonzosa trama del 11-S como excusa para seguir haciendo lo que les place con el mundo entero.
Ni el demonio, en caso de existir, sería tan maligno y cruel como los EE.UU.

3. No prestes atención a los hombres detrás de la cortina
Dudo que este documental pueda dejar indiferente a nadie.
EE.UU como los causantes del 99% de las tragedias humanas. Vínculos terroríficos entre poderosos americanos y malignos mundiales. Los "maravillosos" planes que tienen para nosotros los amos y señores del planeta Tierra.
El dinero, el poder, la corrupción, las mentiras, deberían desaparecer para un mundo feliz. Borremos a los EE.UU del mapa para ese mundo feliz.



De verdad deberíais ver estos documentales. Llegaron a mí gracias a Carlos Abad.

11 mayo 2009


Estreptococo Beta Hemolítico

Hace ya dos meses que volví a mi ciudad natal llamada por un trabajo. Mis últimas vacaciones fueron un viaje a Barcelona. Cuando aterrizó el avión en el gris Santiago, mi garganta ya no era la misma. Llegué a casa, me tumbé en la cama y ya no pude levantarme de ella. Por culpa de esto, casi pierdo el empleo, pero mi tenacidad y un poco de suerte, ayudó a que mi jefe me hiciera finalmente el maravilloso contrato en prácticas. Empecé a trabajar, aún enferma, y tuve que tomar antibióticos para curarme la infección.
Mejoré, pero cuando terminé de tomarlos, la infección resurgió en mis amigdalas. Así que tuve que tomar antibióticos otra vez. Parecía que surtían efecto. Pero a los dos días de terminar, mis amigdalas volvieron a inflamarse por tercera vez. Acudí a un otorrino privado para buscar una segunda opinión. Pero la única opción seguían siendo los antibióticos. Ya resignada y cabreada con el sistema médico, entré en la farmacia y compré la tercera tanda de antibióticos. Todo parecía ir bien. El sol brillaba, la primavera parecía haber llegado para quedarse.....
A los dos días de terminar el tratamiento, la fiebre y la inflamación volvieron a mí, a pesar de mis cuidados exhaustivos de desinfección y protección. El médico de cabecera revisó los resultados de mi analítica y concluyó que estos preciosos bichitos, Estreptococos, estaban acomodados en mi garganta y no tenían ninguna intención de marcharse. No solo eso, sino que podía causarme problemas en el corazón y/o en los riñones a largo plazo. La única solución que me ofreció fueron unas inyecciones cada tres semanas. Yo me negué en rotundo a maltratar más mi cuerpo con medicamentos.
Me pasé el fin de semana postrada en cama, para ver si me recuperaba por mí misma y la cosa iba lenta, pero segura. Todo este tiempo en la cama, lo pasé durmiendo, pensando, sufriendo dolores en todos mis huesos, cuidándome como un bebé y como no, informándome por internet.
Dado las cosas terribles que leí acerca de la enfermedad, hoy lunes, me apresuré en volver al médico de cabecera y preguntarle que cuando empezábamos con las inyecciones. A las doce de la mañana, ya estaba con los pantalones bajados delante de una eficaz enfermera, que me pinchó Penicilina Benzetacil. Un dolor agudo recorrió toda mi pierna y, después de soltar todos los tacos que he ido aprendiendo a lo largo de mi vida, salí del centro médico con la penicilina en mi cuerpo. El dolor casi se ha desvanecido y ahora sólo toca esperar a que las bacterias actúen contra el virus y se vaya para no volver. Dentro de tres semanas, volveré para darme otro pinchacito y así durante tres meses.
Una cosa es estar enferma, y otra muy diferente serlo. Con muchísimo respeto a las personas enfermas, yo no quiero ser una de ellas. Así que espero, aun en la cama, que esto se cure pronto y me pueda olvidar de estos meses de pesadilla.